Los árboles urbanos son un elemento clave contra el cambio climático, por la absorción de CO2 y por el enfriamiento del aire. Dependiendo de la ubicación estratégica de los árboles en la ciudad, la temperatura se reduce entre 2 y 8 grados, y contribuye a paliar el efecto ‘isla de calor’
La salud urbana de Salamanca ha experimentado una mejoría respecto al año anterior según los indicadores de la Agenda 21, integrada en el plan de acción de Savia, la Estrategia de Infraestructura Verde del Ayuntamiento de Salamanca para contribuir a una ciudad más saludable y sostenible, a la vanguardia de la lucha contra el cambio climático para favorecer una mayor calidad de vida de los habitantes de la ciudad.
El incremento de los metros cuadrados de zonas verdes es uno de los argumentos que contribuye a esta mejoría, con el aumento del número de árboles –más de 10.000 plantados durante la última década- y la incorporación del nuevo parque de los huertos urbanos junto a Salas Bajas con 100.000 metros cuadrados.
La suma de todos estos espacios verdes supone una gran contribución a la mitigación del cambio climático, una afirmación avalada y confirmada por numerosos estudios. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), un árbol maduro puede absorber hasta 150 kilogramos de CO2 al año. Y otra investigación de la Universidad de Sevilla determina que la vegetación presente en una ciudad puede llegar a absorber el 80% de las emisiones producidas por el tráfico urbano.
Con estos datos no es de extrañar que la Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseje una superficie mínima de zona verde por habitante de 9 metros cuadrados. Salamanca casi duplica esta cifra, pues contabilizó el año pasado 17,23 metros cuadrados.
Tan importante es la cantidad de especies vegetales como su situación, ya que otro de los beneficios que destaca la FAO es que ayudan a enfriar el aire. Dependiendo de la ubicación estratégica de estas especies vegetales con diferentes estratos, la temperatura se reduce entre 2 y 8 grados, y contribuye a paliar el efecto ‘isla de calor’. Este fenómeno, estudiado por físicos, urbanistas y ambientólogos desde la década de los 60, se produce cuando en un centro urbano la temperatura es más alta que en los alrededores debido a materiales utilizados en edificios y calles, con una alta capacidad de absorción y retención del calor.
El cambio climático ha intensificado este fenómeno que puede tener unas consecuencias directas en la salud de las personas, ya que acentúa las olas de calor, eleva los niveles de polen y sustancias alérgicas y facilita la persistencia de contaminantes.
En épocas de altas temperaturas, los 2 millones de metros cuadrados de superficies verdes de Salamanca, que se distribuyen en 450 zonas, suponen una mejora del confort térmico. De este modo, además de depurar el aire, mejorar la estética de la ciudad, mantener la biodiversidad de especies, las zonas verdes también ayudan a regular la temperatura de la ciudad.
Los investigadores coinciden en que para paliar el efecto ‘isla de calor’, la solución más sostenible y beneficiosa es proteger y aumentar los espacios verdes y la densidad de los árboles.
El Ayuntamiento de Salamanca recoge estas actuaciones en la estrategia Savia para crear una red verde que impacte de manera directa y positiva en la salud de sus ciudadanos. Y, más concretamente, en el proyecto piloto LIFE Vía de la Plata, actualmente en ejecución. Este proyecto europeo cuantificará la absorción de CO2 de las nuevas especies naturales, analizará los datos de la posible isla de calor en todo su trazado para aportar soluciones, además de medir otros parámetros medioambientales fundamentales para contribuir a una mejora en la salud como el confort climático, la calidad del aire, el ruido o la evapotranspiración.