Hablamos con ASAJA, la Asociación Agraria Jóvenes Agricultores de Salamanca
Savia es una estrategia integral para contribuir a una Salamanca saludable, sostenible y con capacidad para mitigar los efectos del cambio climático y dentro de esta estrategia se aglutinan todo tipo de actuaciones a iniciativas de carácter medioambiental. En esta Historia Savia hemos querido centrarnos en la agricultura ecológica, que tendrá un espacio muy significativo en la ciudad con la puesta en funcionamiento de los nuevos huertos urbanos sostenibles habilitados en las orillas del Tormes.
Para poder comprender mejor en qué consiste este tipo de agricultura y cuáles son los beneficios que aporta al medio ambiente hemos hablado con ASAJA, la Asociación Agraria Jóvenes Agricultores de Salamanca. Desde esta entidad nos han dado algunas claves muy interesantes que, sin duda, serán de gran utilidad para las personas adjudicatarias de los huertos urbanos sostenibles municipales.
En primer lugar, resulta fundamental conocer el suelo, la planta y cómo funcionan sus interacciones antes de comenzar a desarrollar agricultura ecológica. “Es importante abordar este tipo de agricultura de una manera holística”, destacan desde ASAJA, ya que es un sistema vivo que hay que aprender a manejar eficientemente.
La producción ecológica pasa por conservar el suelo, no contaminar, aumentar la biodiversidad, disminuir el coste energético y económico y conseguir un producto de calidad.
Cuidado de los suelos para optimizar la producción
Los suelos son la base de la actividad agraria y de su salud y equilibrio dependen las producciones y beneficios que se obtengan.
La naturaleza biológica de los suelos, exige una nutrición apropiada para los diferentes tipos de organismos y microorganismos que lo pueblan y que constituyen, en sí mismos, una autentica cadena alimentaria en la que el éxito de uno es el de todos. El objetivo es que sea el propio suelo, el proveedor de las necesidades nutricionales de los cultivos. La materia orgánica, en consecuencia, es fundamental para el funcionamiento del suelo y el desarrollo de los cultivos.
Una actividad indispensable en lo referente al suelo es la remoción de la tierra (el laboreo) para facilitar la entrada de aire y agua. A la hora de realizar las labores, se ha de tener en cuenta que el suelo, además de las materias minerales de las que están compuestos, sustentan una gran cantidad de vida tanto perceptible por la vista, como microbiana, cuya misión es mantenerlos dinámicos y en un continuo reciclaje. Exceso de laboreo y falta de materia orgánica producen altas tasas de erosión y un futuro desertificado.
En producción ecológica se recomienda el empleo de aperos de labor vertical que no inviertan el perfil natural del suelo.
Cómo controlar hierbas y enfermedades
El hecho de cultivar no es sino introducir, en un determinado espacio, unas semillas ordenadas en líneas de la especie de la que queramos obtener una producción. Existe, por tanto, un problema de competencia porque en ese mismo espacio ya hay presencia de especies vegetales que necesitan los mismos nutrientes y el misma agua que el cultivo. Estas hierbas que nacen en los cultivos (arvenses), deben ser consideradas parte del sistema y la mejor estrategia para reducirlas a límites tolerables es la rotación de cultivos, como técnica a largo plazo para hacer innecesario el uso de herbicidas.
La rotación es la alternancia sobre el mismo espacio, de cultivos de diferentes familias, que permite romper los ciclos de las especies invasoras impidiendo su multiplicación de este modo se consigue:
- Evitar el agotamiento del suelo. Los diferentes cultivos, con sus distintos tipos de raíces exploran los suelos con mayor eficiencia.
- Incrementar los elementos asimilables por las plantas gracias a una mejor mineralización.
- Optimizar el contenido en materia orgánica, lo que favorece la proliferación de organismos beneficiosos y en consecuencia disminuir el riesgo de plagas y enfermedades.
- Mejorar la gestión de los recursos hídricos y la temperatura, lo que facilita la descomposición de las materias orgánica incorporadas.